Desde el momento en que encendí el FuckLadies Follador Automático 18 cm, supe que no estaba frente a un vibrador común. No hizo falta acomodarlo demasiado: su base firme lo mantuvo en posición mientras me recostaba, curiosa y expectante.
Apenas comenzó el movimiento de empuje, una oleada de placer me recorrió entera. El ritmo era constante, profundo y firme, como si alguien supiera exactamente cómo y dónde hacerlo. Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación: el cuerpo texturizado y el glande definido se sentían tan reales, tan precisos, que cada entrada me hacía gemir un poco más.
No tuve que moverme, solo respirar y disfrutar. Con cada empuje, el deseo crecía hasta convertirse en ese tipo de orgasmo que llega desde adentro, intenso, involuntario, absoluto. Fue liberador. Fue explosivo.
Lo mejor es que no me sentí sola en ningún momento. El FuckLadies no solo me penetró, me sostuvo en una fantasía que parecía completamente real. Sin esfuerzo, sin distracciones… solo placer puro, constante, automático.